viernes, 7 de diciembre de 2007

TLC SE CONSUMA AL ENTREGUISMO

gala de su mentalidad de cipayos, los connotados representantes de la derecha peruana celebran jubilosos la aprobación del TLC por el senado norteamericano. En el colmo de su servilismo hacen ver como un gran triunfo la alta votación obtenida (77 votos a favor y 18 en contra); a su decir, un resultado sin precedentes en la votación de acuerdos comerciales, superior a la que en su momento se dieron en los tratados con Chile, México o Centroamérica y República Dominicana. Lo que en realidad demuestra esta votación es que los norteamericanos consiguieron con el Perú mayores ventajas que con los otros países, puesto que los “negociadores” peruanos se allanaron sin reservas a las condiciones impuestas por el imperio.
En la fase previa de “negociaciones” la derecha puso en marcha una ofensiva mediática para allanar las reticencias de la población peruana que mayoritariamente se pronunciaba en contra de la firma del tratado. Montándose en este descontento el candidato Alan García ofreció en su campaña que de llegar a la presidencia revisaría línea por línea los términos del acuerdo que se cocinaba en el mayor de los secretos. Ya sabemos de las virtudes camaleónicas del Presidente que una vez al frente del gobierno dedicó todos sus esfuerzos a culminar el camino iniciado por su predecesor. Lo cierto es que en una batalla desigual la derecha logró ganarse a importantes sectores de la opinión pública e impedir el fortalecimiento de una corriente capaz de oponerse a sus afanes entreguistas.
La derecha pretende convencernos que estamos a las puertas del paraíso. Señalan que este tratado está pensado, más que en el beneficio de los empresarios, en el bienestar de los peruanos más humildes. Y para que no queden dudas afirman que ahora podremos comprar automóviles, electrodomésticos, alimentos y todo tipo de productos elaborados en Estados Unidos a precios más baratos, pues ya no habrán barreras arancelarias que las encarezcan. Y si les preguntamos qué pasará con la industria y el agro nacionales, sacan la receta mágica: tienen que volverse más competitivos.
Lo que no dicen es que los norteamericanos sí protegen a su industria y subvencionan a su agricultura y que junto al adelanto tecnológico con que cuentan jamás vamos a competir con ellos en condiciones ventajosas, por lo que no se necesita ser un adivino para advertir el colapso del aparato productivo nacional, a estas alturas severamente dañado como consecuencia de las recetas neoliberales.
Para no hablar de las patentes, que legitima la piratería de los grandes laboratorios sobre nuestros productos, del encarecimiento de las medicinas, de la pérdida de soberanía nacional al permitir que sean organismos supranacionales, y no la legislación peruana, los que intervengan y decidan en casos de litigios con las grandes empresas que operan en el país. Todo esto y muchos otros cuestionamientos se hicieron en su momento, exigiendo transparencia e información oportuna a la población.
Pero nada de esto le interesa a unas clases dominantes que a lo largo de la historia republicana se mostraron incapaces de desarrollar la industria nacional, el mercado interno, unificar al país, preservar su soberanía. Porque siempre asumieron el papel de intermediarias del capital extranjero, cauteladoras de sus intereses y asumieron sin reservas la condición de reducir al Perú en un país primarioexportador, cuyos recursos naturales se saquean sin descanso por parte de las grandes potencias imperialistas.
El TLC con EE.UU. no es más que un eslabón de la cadena del entreguismo que han hecho gala las clases dominantes y que condena a nuestro país al atraso permanente. Está en juego el futuro del país como nación soberana e independiente y el bienestar de las generaciones venideras. Por ello resulta más urgente que nunca construir la alternativa popular que descanse en la más amplia unidad de los diversos sectores sociales y políticos que aspiran al cambio y que sea capaz de asumir las riendas del gobierno y abrir un nuevo curso para el país.

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